VIAJE EN ANACRONÓPETE FLAMENCO # 4

 EL PESCUEZO UN POCO ESTROPEADO




Hoy os quiero dejar este cuarto viaje que nos lleva desde el presente al primer confinamiento que vivimos durante esta pandemia y de ahí a la segunda mitad del siglo XIX.
Estuve investigando prácticamente desde el principio del confinamiento hasta el día 23 de mayo que pude al fin publicar el resultado. Busqué, busqué y busqué desesperadamente, libro a libro, censo a censo del siglo XIX, hoja a hoja desde mediado de los años 40 hasta los últimos años del siglo... y hasta que no encontré a este personaje, no paré!!! Fue un viaje intenso y apasionante... Espero que os guste!

Cuando se lee o se estudia sobre el baile flamenco histórico masculino, te encuentras con nombres como “El Raspao”, “El Jorobao”, “El Colorao” o “Miracielos” entre muchísimos otros. De estos bailaores pioneros se sabe más bien poco y parte de esa poca información que nos ha llegado está basada en la no siempre fiable tradición oral, en las bonitas o feas leyendas o en los testimonios bien o mal intencionados.

Tras haber investigado y aportado datos sobre bailaores como Enrique Cortés “El Jorobao de Linares”, Vicente Vives “el Colorao”, Antonio de la Rosa “Pichiri” o Antonio de Bilbao entre otros artistas, en esta ocasión me quiero detener en un bailaor (también cantaor) que me ha obsesionado desde que era bien joven; José Castro “Miracielos”.

De Miracielos sabemos por las notas de prensa del siglo XIX encontradas y ofrecidas por el maestro José Luis Ortiz Nuevo en su imprescindible libro ¿Se sabe algo?, que:
En marzo de 1853 bailó el jaleo gitano en el Teatro de Hércules, compartiendo escenario con Francisco Ruiz “el Jerezano” que bailó un zapateado de primera imitando la muerte del toro.

También que bailó “el Torito” en febrero de 1855 en el Anfiteatro Sevillano, después del drama en cuatro actos y en verso titulado “Guzmán el Bueno”. En esta ocasión a Miracielos se le unen Francisco Cuervo para cantar y Francisco Martínez “Martinito de la Puerta Osario” para acompañar a la guitarra.

Que en marzo de 1862 participó como cantaor junto a Sartorio y el Cuervo y en unión de las mejores boleras de Sevilla y Amparo Álvarez “La Campanera” en un Gran Concierto en el Salón de Oriente, y que en julio de 1864, también en el salón Oriente, participa en una función junto a Dolores Moreno, Ramón Sartorio y otros artistas.

Antonio el de Bilbao
Gracias a estas notas de prensa podemos saber que su repertorio constaba de jaleo gitano (¿o jaleo de gitanos?) y el Torito (que era un zapateado simulando las suertes del toreo, ¿lo aprendió del Jerezano?).

También sabemos que las “Rosas”, las cantiñas primitivas, formaron parte del repertorio de Miracielos como podemos leer en la revista que dio Antonio “el de Bilbao” al periodista Francisco Lucientes Rodríguez para la revista Estampa (2 de abril de 1929) y que conocemos gracias a Papeles Flamencos:

Antonio Vidal Machón "Antonio el de Bilbao"

<<¿Quién sabe bailar hoy por Rosas?, pregunta el gitanísimo bailarín. Yo no me olvidaré nunca de cómo me enseñaron que las bordaba el Miracielos. Le decían así porque tenía el pescuezo un poco estropeado, algo de parálisis, cosa de ná ¿sabe?, y le era imposible agachar la cabeza. Sólo El Raspao, Manolito Pamplinas y Enrique el Jorobao le igualaron. Hablo de hace sesenta años y de referencias ¿eh?>>


Queda bien claro, que Antonio de Bilbao no es discípulo directo de Miracielos como se ha asegurado siempre.





Nos aclara que habla de hace sesenta años y por referencias. Con lo cual, si la entrevista es del año 1929, está hablando de finales de la década de los sesenta del XIX cuando han comenzando a aparecer en las notas de prensa y en escena, “El Raspador”, “Mangoli” “el Colorao”, “el Pintor”, entre tantos otros.


Así que teniendo en cuenta que la primera aparición de Miracielos en nota de prensa es del año 1853, está claro que era algo mayor que Antonio “el Raspao” (su nombre de pila y artístico era Antonio Mellado “el Raspador”, o en andaluz “Raspaó”), Manolito Pamplinas (Manuel González “Pamplinas”) y Enrique el Jorobao (Enrique Rodríguez Cortés, “el Jorobado de Linares”) y un, casi seguro, referente para estos bailaores que lo igualaron en el baile por “Rosas” y para tantos otros que lo intentaron e intentaron y no pudieron.


En 1882, Benito Mas y Prat incluye a Miracielos entre los bailaores flamencos de más fuste junto a Sartorius (Ramón Sartorio, cantaor y bolero), Jeromo Acosta, Francisco Cortés y Antonio Pérez (Maestro Pérez, guitarrista y bailaor) en el artículo “Costumbres Andaluzas -Baile de palillos y flamencos” de la Ilustración Americana y Española y también en el libro “La Tierra de María Santísima”.



Vicente Escudero fotografiado por Richard Avendon en 1955


Y mi admirado Vicente Escudero asegura en su libro “Mi baile” (1947) que:

<Han sido muchos los cultivadores de este género en España, pero desde Miracielos, que fue el primero, a principios del siglo XIX, que bailó con acompañamiento de guitarras, fueron el «Raspao», Enrique «el Jorobao» y Antonio Bilbao, los que durante más de un siglo han mantenido la tradición y de quienes hemos aprendido, todos los demás, lo que el flamenco tiene de genuino>

Así que si atendemos y nos dejamos convencer por el rigor informativo del maestro vallisoletano, José Castro “Miracielos” debió nacer como muy tarde a finales del siglo XVIII, igual que el bolero Luis Alonso y su hermano Antonio “El Planeta”, de los que sería contemporáneo. En ese caso tendríamos que tener en cuenta que cuando bailó en el Anfiteatro y en el Teatro Hércules, rondaría los 65 años de edad y que cuando lo hizo en el Salón Oriente, pues... hagan los cálculos. Tampoco podría haber sido uno de los discípulos de Amparo Álvarez “la Campanera” (¿?) como aseguran algunos. Lo que nos cuenta el maestro vanguardista y seguiriyero, de que fue el primero en bailar con acompañamiento de guitarras, lo dejamos para otro día.

También hay quien asegura que el defecto físico que le obligaba a ir mirando siempre al cielo, era debido a que se le torció el cuello de tanto verse bailar... al comentarlo con mi compañero Valeriano Paños, ha preguntado: ¿qué pasa, que tenía en espejo en el techo?. También he leído que fue debido a un bofetón que le dieron siendo un niño... pienso, que en ese caso, más que un bofetón debió ser un uppercut o gancho ascendente ¡¡¡Hay que ser “chungo” para darle semejante golpe a un niño!!!.

He consultado el caso de Miracielos con un amigo doctor, un eminente neurocirujano, que me cuenta que podría ser una malformación congénita llamada Klyppel-Feil (fusión de las vertebras cervicales), aunque yo pienso que ese defecto físico pudo ser debido a una fractura o dislocación que al no ser tratada correctamente en los primeros auxilios le provocó una parálisis permanente.

Y para saber quién era este José Castro “Miracielos” he buscado, rebuscado y requetebuscado durante un mes por todos los padrones vecinales, padrones de quinta, partidas de nacimientos, etc, etc de la ciudad de Sevilla entre los años 30 y 50 del siglo XIX... uno por uno, hoja por hoja... Entre la infinidad de personas llamadas José Castro, los he encontrado albañiles, panaderos, del campo, tejedores, trajinadores, de Sevilla, de Cádiz o de Galicia, cojos, mancos, con hernias inguinales, afectados del pecho, faltos de talla o que alegaban ser hijos de padres sexagenarios o de viudas pobres, pero ninguno con un defecto que le impidiera agachar la cabeza.

Cartel incluido en el libro "Los Cafés Cantantes de Sevilla" de José Blas Vega


Y cuando estaba apunto de abandonar la investigación al menos por un tiempo, de nuevo mi intuición me hace ir a rebuscar en los carteles que nos ofrece el maestro José Blas Vega en su libro “Los Café cantantes de Sevilla”. Y de nuevo una atracción que no puedo explicar hace que me fije en un tal Joaquín Castro Valenzuela, músico, compositor, y reputado profesor de piano, que aparece en un cartel del Café Suizo de 1899. Esto me hace pensar que se puede tratar de un hijo o nieto de Miracielos, así que partiendo de este personaje me dispongo a buscar, a ver si hay suerte. El primer dato que encuentro es que su padre se llama José y claro está, mi corazón se acelera.


Pero, hay que encontrar más datos. Busco en las quintas y este José Castro, padre de Joaquín Castro Valenzuela, alega ser hijo de viuda pobre a la que mantiene con el producto de su trabajo. Nada del defecto físico, lo que me hace pensar que igual no era tan acusado. Sigo investigando a este José Castro Jiménez, hijo de Francisco Castro y Francisca Jiménez, que en 1859 tiene 23 años (nació el 16 de febrero de 1836), vivía en la Calle Socorro nº14 y que es “solchantre” de profesión.


Un sochantre es el director del coro en los oficios divinos. Busco “solchantre” relacionándolo con Sevilla y encuentro en la revista Adarve de noviembre 1995: "solchantre” (persona que cantaba en las misas). El Sochantre sería el siguiente cargo por debajo del Chantre y que solía encargarse de la enseñanza del canto a niños y capellanes. 

Así que todo comienza a encajar.
¡¡¡Todo parece indicar que estoy ante el cantaor/bailaor José Castro “Miracielos”!!!



En los padrones de los años 1861/62 aparece viviendo en la calle Santa Paula nº8, en 1863 en calle Hiniesta nº7 y los dos años siguientes, ya casado con Carmen Valenzuela, vive en la calle Enladrillada nº21. En 1866 vive en la calle Marco Sancho nº4. En 1874/75 vive en calle Viriato nº10 y del 1880 al 1884 en calle Tinajas 4, en estos últimos padrones figura como artista y en todos los anteriores como músico, con la excepción de un par de ellos en los que aparece como empleado.

Censos de los años 1857, 1865 y 1881 pertenecientes a José Castro Jiménez



Así que humildemente pienso y creo haber encontrado a este bailaor que me obsesiona desde hace tanto años y al que quise rendirle un pequeño homenaje bailando 
inspirado en su figura en la sesión fotográfica del proyecto <BAILADORES> 
de Estévez/Paños y Compañía en 2015.




Ahora que sé quién es, de momento permítanme que asegure al 99% que estamos ante él hasta que alguien me demuestre lo contrario, me gusta imaginarle cantando en las parroquias de San Marcos, Santa Marina o Omnium Sanctorum, yendo a la Academia del Maestro Manuel de la Barrera en la calle Pasión, junto al Anfiteatro o de juerga con sus amigos flamencos como nos contaron y cantaron Joselero de Morón o Pepe Marchena en las soleares que nos dejaron grabadas en discos. Según podemos comprobar en el trabajo “Los cantes rondeños-gaditanos” de Rafael Chaves Arcos, hay tres versiones de una letra por soleá en la que nos encontramos a Miracielos al parecer metido en juerga.

1.- En la primera chocilla / están Perendengue y el Dengue / Miracielos y Barajillas.
2.- En aquella primera chocilla / están Perrengue y el Cuervo / Miracielos y Maravilla.
3.- En la feria de Sevilla / están el Cuervo y Miracielos / Perendengue y Barajillas.

La primera letra la recordaba “El Canario de Madrid” de Antonio Pozo “el Mochuelo” y se le da a conocer a Antonio Escribano. Es la variante que graba Marchena. La segunda es la grabada por Joselero de Morón. Ambas hacen referencia a las antiguas juergas o fiestas que se realizaban en los caminos bajo unos chamizos como en la que se cita a Antonio el Planeta. (Imagino que se refiere al artículo constumbrista del Semanario Pintoresco Español de 1848 titulado “el carnaval en el campo” en el que encontramos a “El Planeta” metido en juerga en el camino de San Juan de Aznalfarache).

La tercera letra es la variante que pertenecía al repertorio de Naranjito el Viejo (tío de Naranjito de Triana) y podemos imaginar a Miracielos en compañía de El Cuervo (evidentemente es el cantaor Francisco Viache Arana “El Cuervo Sanluqueño”, nombre y apellidos encontrados por Manuel Bohórquez). Con ellos El Perendengue, cantaor aficionado que hacía de chistoso y palmero del grupo y Barajillas un tocaor profesional pero no tan conocido. 


Los datos sobre estos dos artistas los proporciona Romualdo Molina.

¿Estarían en la feria divirtiéndose o buscándose la vida con sus cantes, 
toques y bailes en alguna caseta?


‘La Feria de Sevilla’. Joaquín Dominguez Bécquer, (1867) / Colección Carmen Thyssen-Bornemisza



Y no es la única vez (estas letras por soleá) que Miracielos aparece junto a Perendengue. Carlos Reyle describe en su novela “El Embrujo de Sevilla” de (1922), que en las paredes del café “El Tronío” (Blas Vega asegura que la acción se desarrolla en el Café de Silverio y que el escritor uruguayo rebautiza como “el Tronío”) se pueden ver clavadas numerosas fotografias de artistas flamencos antiguos, como las de los bailaores Perrendengue y Miracielo, entre otros artistas del cante y el toque.


Pero ¿existen imágenes de Miracielos? No creo, aunque puestos a imaginar me gusta creer que entre 1879 y 1880 cuando Singer Sargent estuvo por los cafés cantantes de Sevilla tomando apuntes para su cuadro “El Jaleo” inmortalizó en él a un Miracielos ya maduro y dedicado más al cante que al baile. ¡¡¡Juzguen ustedes!!!



Estudios, bocetos para "El Jaleo" John Singer Sargent (1879-1880)



El Jaleo (1882) John Singer Sargent



¿José Castro Jiménez "Miracielos" pintado por Singer Sargent en "el Jaleo" (1882)?
















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